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La Virgen. Gustav Klimt |
Uno de los momentos que más disfruto de los encuentros con mis amigas son las
conversaciones de sexo. Entre otras cosas porque la risa está asegurada. Por
descontado. Hace un par de días quedamos para cenar y tomar algo. Después de un
par de botellas de vino –salvo alguna que le da más a la Sidra-, los chupitos
imprescindibles para digerir la cena, y algún mojito que otro, la conversación
empezó a pasar de interesante a hilarante. Mi amiga P. tuvo mucho que ver al contarnos cómo su chico se vuelve loco
cuando ella le hace el Makelele.
-Tía
pero ¿Qué me estás contando?- le pregunté yo sin poder reprimir una carcajada.
–Makelele jugaba en el Madrid.
Y no, no busquéis en Wikipedia a ver si sale algo más: el único resultado que he
encontrado es la biografía del ex futbolista francés. Resulta que la técnica
consiste en sentarse encima de tu pareja y moverse de todas las formas posibles con mucha rapidez y brusquedad, incluyendo
algún cambio de dirección inesperado, hasta que se consigue su éxtasis total. Algo
que, por lo que nos contó, está garantizado en muy poco tiempo.
Del Makelele
y sus diferentes versiones pasamos a los
juguetes sexuales y a comentar el partido o poco partido que le hemos sacado
a todos los artilugios adquiridos en
nuestra última reunión de tuppersex. La palma se la lleva L. que tiene aún
a su “Paco” – un
consolador negro de tamaño descomunal –sin estrenar, recluido en el último
cajón de su armario. -Eso sí- nos dice levantando la mano y cerrando los ojos
mientras coge aire - la crema esa de
frío y calor que te untas en la “pepitiña” sí que me la pongo. Me la dio V porque
no la usaba.
Más risas. Y como no, enseguida aparece la estrella
de todas las conversaciones eróticas que se precien. El sexo oral.
-A mí no te creas que me hace mucha gracia cuando me
lo hacen-dijo D. Todas la miramos con los ojos como platos.
-¿Queeeeee diiiiices D?- exclamó L. Si cuando bajan
al pilón es lo mejor que hay. Eso es porque eres más vaginiana que
clitoriana.
-Será eso tía. El caso es que a mí sí me gusta
hacérselo- contestó D.- Pero yo necesito
penetración. Si no, no llego.
-Pues yo lo paso fatal cuando toca Karaoke - confesó
J.
-¿Y eso?- le pregunté yo, intrigada.
-Porque aguanto muy poco. Se ve que tengo la
mandíbula como desencajada o algo y me canso enseguida.
Cuando nos recuperamos del ataque de risa colectivo
y el flato nos dejó volver a hablar abrimos un debate sobre los tipos de
orgasmos que hay y P se quedó boquiabierta con la capacidad de llegar al clímax
de N, que nos contó cómo ella normalmente no bajaba de los 4. También descubrimos que a pesar de
ser multiorgásmica, el 69 no le pone
nada. Momento, eso sí, de alivio colectivo, porque ahí hubo consenso. Algo que no acabo de entender dada
la capacidad innata que tenemos las mujeres para hacer dos cosas a la vez.
-Yo es que no puedo de verdad- dijo N moviendo la
cabeza de un lado a otro. - Si hay que hacerlo pues lo hago, porque a él le
pone malo, pero es que no hay manera, no me centro ni en una cosa ni en la
otra.
Salimos del pub irlandés
donde estábamos ya camino a casa renovadas de tanto reír. Fue una noche para recordar.
La verdad es que cuando estamos juntas
hablamos prácticamente de todo. Pero casi siempre las conversaciones acaban siendo
de sexo de alguna u otra forma. A lo mejor resulta que las teorías de Freud eran ciertas y todo tiene una motivación
sexual. A lo mejor simplemente tenemos
las hormonas muy alteradas. En cualquier caso es una lástima que Makelele ya no
esté en activo .O no.
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