Aburrirse en la playa es tarea difícil. Hablo de las
pocas veces que consigues ir -una vez has sido madre-sin tu progenie. Incluso
cuando renuncias a cualquier actividad más allá del baño — léase wasear, pasear o disfrutar de un buen libro— y te rindes al
inmenso placer de no hacer nada.
Basta con prestar un poco de atención a nuestros vecinos de toalla para pasar un rato, cuando menos surrealista. Aquí os dejo algunas de las estampas y charlas con las que me han recreado en mis
días de escapada playera:
-La pandilla
de chavales. No falla. Media de edad: 25 años. El cabecilla del grupo me deleita con su
visión sobre las mujeres mientras se zampa una bolsa de cortezas: “A mí tío... es que me da igual ¿Qué más da
que sean rubias o morenas? Si una tía está buena, pues está buena. Gustarme me
gustan todas, mientras esté buena da lo mismo. Una vez me gustó hasta una
gorda, porque gorda estaba, pero, también estaba buena”. Si esto además, lo
escuchas con acento gallego, tienes que hacer un gran esfuerzo para que la risa
no se te escape. Y que no se me enfade ningún gallego que lo digo con todo el
cariño.
-Las tres chicas monísimas que acaban de entrar en
la treintena. Probablemente madrileñas. Look inconfundible de somospijasperosuperalternativas.
La del sombrero tipo cowboy y
gafas Ray ban de poli malo les
cuenta a
las demás lo alucinada que está con el blog en plan personal shopper para bebés que ha abierto su compañera de pilates:
“Tía, es que no te lo imaginas de verdad:
unos politos de Ralph Lauren que vende…. y las bermuditas de Tommy, bueno,
bueno, yo cuando las ví me quería morir: he pillado unas para mi sobri.
¡Increible cómo se lo ha montado la chica!”
-El grupo de amigos catalanes. Ninguno tiene más de
20. Como madrileña alucino con la facilidad y naturalidad con que cambian de
lengua como si nada. Y así se pueden tirar horas. Sin que ninguno se moleste,
oye. A ver si es que esto del “conflicto
lingüístico” en España es una invención para ganar votos del Ebro para arriba o
del Ebro para abajo. Entre catalán y
castellano, uno de ellos suelta su preocupación por coger un poco de color : “yo lo que quiero es que se me quite la marca
de la camiseta, porque tengo los brazos morenos pero a trozos”. “Claro tío” le suelta el colega, “es que te tienes que poner camisetas sin
mangas para que no se te note el corte”.

- El voyeur.
Apenas se levanta de la tumbona. Chica guapa en topless que se le pone a tiro,
chica a la que le hace foto.Eso sí, muy
discretamente, escondiendo el móvil con una toalla. A juzgar por sus gestos, se
lo está pasando teta mandándolas por wasap
a alguien, lo más probable a algún chat.
- Y mis favoritos: los reyes, los amos de la arena: Barbie
Silicona y Ken Tableta.
Posiblemente gogós
de alguna de las discotecas de la zona. Tanga amarillo flúor el de ella, él con
uno negro más discreto. Tatoos y piercings estratégicamente
repartidos. Varias sesiones de rayos UVA
para llegar negros el primer día que tienen ocasión de pisar la arena.
Casi no hablan entre ellos. Se
embadurnan el uno al otro con aceite, entran en el agua, salen, se quedan en la
orilla. A Barbie le entran unas ganas incontrolables de hacer pis y Ken la
intenta convencer de que se meta en el agua. “!Ay! es que me da mucho asco”.
Ken le pone cara. No deben llevar juntos mucho tiempo. Ante la imposibilidad de
esconderse en ninguna duna y lo sucio que está el baño del chiringuito más
cercano, Barbie se rinde y orina en el mar.
“¿A que no ha sido para tanto?”.
Ken se gana una mirada
fulminante.

Así que ya sabéis, estad atentos a lo que se cuece en la arena porque
no tiene desperdicio. Es todo un espectáculo. Si os aburrís es porque no abrís
bien los ojos ni los oídos. Un consejo: cuidado con los mirones, no os vayan a
hacer una foto y acabéis de fondo de algún chat. Pero sobretodo, mucho cuidado
con las cotillas que están pendientes de todo para luego contarlo en su blog. Esas
son las peores.
Nota de la autora: Todos los personajes retratados
en este post son reales. Cualquier parecido con la ficción es pura
coincidencia.