jueves, 26 de febrero de 2015

Lecciones

Las niñas llevan todo el camino más calladas de la cuenta, sobretodo Sara, que  a sus 11 años no suele tener suficiente con las veinticuatro horas que tiene el día para decir todo lo que le pasa por la cabeza. Siempre ha sido una niña con una madurez que asustaba para su edad. Hace un año me lo confirmó cuando no pude retrasar más lo inevitable y le tuve que contar que tenía Cáncer. Estaba lavándole el pelo, y hacía un par de días que me había rapado la cabeza.
-Mamá, la prima dice que estás muy guapa con el pañuelo…. Y a mí también me gusta…
-¿Pero? –por el tono sabía que había algo que le costaba decirme.
-Nada, que dice que porqué lo llevas, y que si te cabe todo el pelo ahí dentro.
- (………..)
-Y yo me pregunto lo mismo.
Tragué saliva, cogí aire y empecé a hablar con toda la naturalidad de la que fui capaz, intentando que mi voz  no mostrara cómo me temblaban hasta las piernas.
-Bueno cariño, a ver, ¿te acuerdas que hace un par de días me preguntaste si tenía cáncer?
-Sí  y me dijiste que me terminara el Cola- Cao.
-Sí, es verdad –sonrío, al constatar, una vez más cómo no se le escapa una.
–Pues resulta que sí, cariño, que tengo cáncer.
Dejó de jugar con la espuma que había en la bañera mientras yo le restregaba la cabeza. Me miró, sin miedo ni pudor, sin rastro de inseguridad, nervios o incertidumbre, con curiosidad, expectante, con  los ojos limpios y  sin contaminar  de una niña que  sólo quería saber y entender lo que le estaba pasando a su madre.
-Ah! Bueno, y entonces…. ¿qué pasa? Porque… De eso se muere la gente ¿no? Lo he visto en la tele.
Hablaba tan deprisa que no me daba tiempo a contestarle  antes de que siguiera formulando preguntas que me hicieran perder la poca entereza que me quedaba en aquel momento.  
-Bueno, y también hay gente que muere en un accidente de coche y mucha que se salva; a otros les da un ataque al corazón y se mueren también pero otros sobreviven y se curan.
-Ah… entonces con el cáncer pasa igual ¿no?
- Claro, hay gente que muere, pero mucha, mucha, mucha  consigue curarse. Y cada vez más porque los médicos son más listos.
-Pues entonces tú te vas a curar porque vas mucho al médico.
No me lo preguntó, me lo dijo así, sin más, con la certeza de quien se encuentra ante una lógica innegable y absoluta.
-Anda pues claro, además mi médico es de los que más saben.
Me dedicó una sonrisa transparente, real, muy suya, muy nuestra, le di un beso y se zambulló en la bañera para quitarse todo el jabón del pelo. Como si hubiéramos estado hablando de su día en el cole, o del último capítulo de su serie favorita, no tocamos más el tema y pasamos a otra cosa con una normalidad que ninguna de las dos fingíamos.
Aquella noche me di cuenta que era a la que más había tardado en contárselo porque quería protegerla, me daba  terror hablar con ella, más incluso que cuando se lo tuve que decir a mis padres, más que cuando supe que lo verías en  mis ojos al salir de la consulta. Aún no estoy lista para hablar con la niña. Esa era mi excusa, y era real porque me faltaba valor.
Hoy casi un año después, al mirar por el retrovisor y verla metida en su mundo me doy cuenta cómo mi princesa me enseñó que el miedo como tal no existe, sólo cobra vida si pensamos en él y lo alimentamos. 

jueves, 19 de febrero de 2015

Sólo entonces



A nadie se le ocurrirá que sólo quiso volar, como antes. Pensarán que tiró la toalla, que no quiso seguir luchando, que se rindió. No entenderán que su verdadera lucha comenzó hace unos meses, cuando tuvo valor para  dejar la quimio y  volver a sentirse viva,  a ser ella y mirar a la muerte con dignidad, sin esconderse. “Podría haber tenido uno o dos  años más”  le dirán a la familia. Al verla irse en paz algunos empezarán a dudar si era lo que hubiera querido. Sólo los que alguna vez tocaron su alma se darán cuenta de que al final  ganó la batalla. Sólo entonces sonreirán con ella.

jueves, 12 de febrero de 2015

Mecanismos de Defensa

Una noche más, mi compañero inseparable de los últimos meses, el dolor, agudo y punzante, seco, sin concesiones, ha decidido despertarme, esta vez a las tres de la mañana. Las dos pastillas de morfina que me tomo al acostarme me dan una tregua demasiado corta, pero los médicos insisten en que no puedo superar la dosis que me han mandado porque el riesgo de adicción es muy alto.  No quiero acabar en “Proyecto Hombre”, así que resisto la tentación de tomar más y me levanto a dar una vuelta por la casa como alma en pena a ver si se me pasa. Todavía quedan brasas en la chimenea y al subir la persiana para ver la calle mientras me tomo una infusión descubro fascinada como nieva densamente, sin viento, con serenidad, como si el cosmos me quisiera compensar por el mal rato por el que los latigazos de mi  sistema nervioso, quemado por la quimio y ya  sin protección alguna, me están haciendo pasar.    
Dice Manel que hay en mí un sufrimiento psíquico importante. Las telarañas que siente cada vez que me pone la mano en el hígado o sobre el tumor de la tibia, se vuelven más densas cuando me toca la cabeza.
-Eso sí –apunta mientras se dibuja en su cara  una expresión de orgullo y cierta satisfacción   -tienes  unos “mecanismos de defensa” estupendos y haces muy buen uso de ellos.
He tenido que buscar el término en Wikipedia porque las clases de  3º de BUP  en las que me explicaron el psicoanálisis freudiano quedan un poco lejos, pero viene a ser más o menos lo que recordaba: estrategias psicológicas inconscientes puestas en marcha para hacer frente a la realidad.

“Que grande eres”, “lo estás haciendo de maravilla”, “increíble cómo lo estás llevando, es admirable”, “eres todo un ejemplo para los demás”. A la mente no paran de venirme muchas de las frases que me repite la gente una y otra vez cuando les cuento como estoy. Siempre me da cierta vergüenza al escucharlas , como si no fuera merecedora de ellas y ahora, al recordar las palabras de Manel me doy cuenta de que no es la modestia, ni falsa ni verdadera, la que me lleva a decir que no es verdad, que no estoy haciendo nada extraordinario. Es el pudor que me provoca la certeza absoluta de  que mi actitud  forma  parte de toda una estrategia que me permite no bajar los brazos ante el cáncer, no deprimirme para no dejarle que vaya ganando posiciones.
Así consigo las fuerzas para separarme de ti y de las niñas cinco semanas y perderme en un pueblo del pirineo de Lérida para someterme a un tratamiento homeopático que nos dé más esperanzas que las que nos da el oncólogo.
-Aleida, tienes que tener los pies en el suelo-, me dijo hace mes y medio -tu Cáncer a día de hoy no tiene cura. Lo más que podemos hacer es cronificarlo, alargar el tiempo lo máximo posible.
Le dije que tranquilo, que era perfectamente consciente. Lo que no le dije era que no pensaba quedarme de brazos cruzados y hacer sólo lo que él me decía. Quizás porque estoy segura que cree que no se puede hacer nada más. Pero yo y mi inconsciente, con sus mecanismos de defensa como principales aliados, creemos que sí. Aunque sólo sea una estrategia para no perder la cabeza, para no tirar la toalla, para no derrumbarnos  ni deprimirnos. Para poder seguir sonriendo desde dentro al ver la nieve caer y pensar en que vienen mis niñas a verme en unos días. Para no dejarle al cáncer vía libre. Sí, al Cáncer, no a esa “larga y dura enfermedad”. Nunca me han gustado los eufemismos.

martes, 10 de febrero de 2015

La llamada

Llaman de la Mutua,  qué pereza.  Una chica, muy maja ella, me agradece que sea cliente después de tanto tiempo: “para premiar su fidelidad, Señora Aleida  -ya estamos con el “Señora” de las narices –le vamos a hacer una oferta que no puede rechazar.
-De verdad que no me interesa, muchas gracias. Ya tengo todo tipo de seguros –intento quitármela de encima sin ser borde, porque cuando lo hago  me siento fatal. Como buena comercial que es, vuelve al ataque, está claro que no se va a rendir tan fácilmente.
-Sí, Señora Aleida. Pero le ruego que me escuche porque estoy segura que le va a interesar. Sabe usted que desgraciadamente cada vez hay más casos de cáncer de mama entre las mujeres de menos de cuarenta años.
-Sí, si lo sé, pero de verdad que no…..
-Pues la Mutua ha sacado un seguro para autónomos como usted para que en el caso de que le diagnosticaran un cáncer de mama, no se tuviera que preocupar por ningún tipo de cobertura económica ni sanitaria.
- Te lo agradezco pero no está en mis planes ahora mismo enfermar de cáncer de mama –se lo digo entre risas, no lo puedo evitar, esto parece una broma macabra.
Ella también se ríe, con delicadeza y tacto claro, que el tema que nos ocupa es delicado. Le debo dar buen rollo o algo así, o igual se piensa que me río porque soy una tía muy cachonda y muy simpática, que no digo yo que no lo sea a veces, pero ahora, al recibir la llamada me  estaba  cagando en la puta  por los dolores con los que la metástasis  me recuerda lo que le pone mi hígado. 
-Por supuesto que no Señora Aleida, y ojalá que no lo necesite nunca. Pero el cáncer es una realidad y teniendo en cuenta las estadísticas de los últimos años hay que estar preparadas, y adelantarse para que llegado el caso la enfermedad no suponga un problema económico para usted y su familia.
                    


 ¿El cáncer es una realidad? ¿Hay que estar preparadas? Quien  le ha hecho el guion a esta chica estaba pensando en que el cambio de tiempo no le pillara sin el último poncho de Zara en el armario o algo así.
Me estoy conteniendo y aunque estoy tentada resisto a los impulsos de ser cruel y pegarle el corte de su vida. La pobre no tiene culpa de nada, sólo está haciendo su trabajo.
-Mira, me pillas en un momento de mi vida en que el cáncer de mama no es algo que me preocupe precisamente – me armo de paciencia y se lo digo con un tono casi condescendiente. Si tú supieras criatura.
- Piénselo, es una enfermedad muy dura, y estar cubierta mientras dura el tratamiento de verdad que puede suponer un alivio.
Estallo, me sale del tirón, sin elevar el tono, más bien lo digo todo de una manera pausada, tranquila, muy correcta que para eso mis padres me han enseñado a ser educada.
-Verás, que el cáncer es duro lo sé de primera mano. Tengo uno de hígado en estadio IV, con metástasis en riñón, pulmones y huesos. No sé si lo sabrás pero no hay estadio V. Así que, como ya te he dicho, no está en mis planes tener cáncer de mama, solo me faltaba eso. Además, no creo que la Mutua esté dispuesta a asegurarme teniendo en cuenta mi estado de salud actual y que ya llevo unas dieciocho sesiones de quimio que cada vez me dejan más debilitada.
Silencio primero. Debe de haber entrado en estado de shock o algo así. Empieza a tartamudear y luego arranca a hablar muy deprisa.
-Lo siento muchísimo de verdad, no era mi intención… yo no sabía, ¿Cómo iba a saberlo?…. no pretendía molestarla. Espero que se recupere pronto, de verdad perdóneme.
Le digo que tranquila, que no pasa nada y en seguida cuelga. Pobre. Me he pasado. No tengo ningún espejo delante pero puedo sentir cómo se dibuja una sonrisa maliciosa en mi cara. El diablillo ha ganado al ángel esta vez y  aunque sea con una desconocida a la que no estoy viendo la cara he dicho lo que de verdad me apetecía, no lo que cause menos impacto a quien me esté escuchando.
Me voy a la cocina a preparar la cena con una sensación extraña. Al abrir Spotify mi mano, como si fuera un ente independiente del cerebro con voluntad propia, va a la lista de Muse y pincha  la versión del Feeling Good de Nina Simone. Lo subo al máximo. Brutal.